Campaña III 2022/2023

Restauración: pruebas de morteros

04/07/2023

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Cuando intervenimos en estructuras arqueológicas es preciso usar morteros en muchos de los tratamientos que realizamos: fijación de elementos sueltos, rejuntados, recalces, hiladas de sacrificio o encapsulados. Estos tratamientos tienen como objetivo la consolidación estructural de los restos arqueológicos y, por tanto, su empleo está siempre justificado por razones de conservación y protección.

Los nuevos morteros quedarán en contacto con los materiales originales, afectando o modificando algunas de las propiedades más importantes para su conservación como la porosidad, capilaridad, adsorción y desorción de humedad, movimientos de sales, permeabilidad al vapor de agua, deformación elástica y rigidez. Estos morteros deben cumplir una serie de requisitos que garanticen la adecuada conservación de los restos a corto y largo plazo. Deben ser de composición conocida, compatible con el soporte original en lo que se refiere a la naturaleza del aglomerante, dosificación y tipo de árido. Deben estar libres de sales, con similar o superior porosidad, siempre permeables al vapor de agua y con un comportamiento mecánico semejante al sustrato original. También tienen que ser resistentes a la intemperie, pero sin ser excesivamente rígidos para no crear tensiones, con unas buenas características de adherencia y fraguado parta garantizar su durabilidad.

Por otro lado, las nuevas aportaciones de mortero deben integrarse visualmente en el conjunto, adaptándose a las características de los morteros originales de cada zona, siendo discernibles, pero sin desentonar, imitándolos en color y textura. Intentamos evitar el uso de pigmentos para teñir los morteros, ya que suelen tener un mal comportamiento a largo plazo, por lo que el color y textura deben ser aportados por los áridos empleados.

A partir de estos requisitos, realizamos todas las pruebas pertinentes para establecer las mezclas necesarias para la ejecución de los trabajos. Partimos una serie de muestras de árido de diferentes tonalidades y granulometrías, empleando en muchos casos una porción de tierra cribada de la propia excavación, ensayando también diferentes acabados para imitar la textura deseada (espatulado, rascado, fratasado, etc.).

Como conglomerante se ha optado, en este caso, por el uso de una cal hidráulica natural NHL3.5, por su facilidad de almacenamiento y puesta en obra, eligiendo la de la marca Lafargue, por su pureza y ausencia de sales solubles perjudiciales para las estructuras arqueológicas.

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