Excavación arqueológica

¿Cómo excavamos?: Registro y almacenamiento de materiales arqueológicos

06/05/2019

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Fátima Agra Padín, estudiante del Grado de Historia del Arte en la Universidad de Murcia, nos cuenta cómo es el proceso por el que pasan los materiales arqueológicos desde su extracción del sedimento en el yacimiento hasta su almacenamiento, pasando por los diversos procedimientos requeridos para la correcta clasificación, registro y conservación de las piezas.

En el yacimiento arqueológico de San Esteban los materiales que con más frecuencia se suelen documentar y clasificar para su almacenamiento son cerámicos, vítreos y metálicos, así como restos antracológicos y óseos -faunísticos y humanos-.

¿Cómo es el proceso desde su localización hasta su almacenamiento? Comienza con la extracción de los materiales arqueológicos de un sedimento determinado (asignado a una unidad estratigráfica), procediendo a continuación a separarlos según el tipo de material con un embolsado y etiquetado específico. En éste se reflejan las siglas del yacimiento y la campaña – JSE-F01-, el edificio en el que se ha extraído, el espacio o sondeo dentro de éste, su unidad estratigráfica asignada, la fecha y el tipo de material.

Además, los diferentes tipos de materiales encontrados se reflejan por escrito en su ficha de unidad estratigráfica correspondiente. Posteriormente, las bolsas se almacenan en cajas de plástico que las hemos organizado según la numeración de unidad estratigráfica a la que pertenecen, pero siempre separando los diferentes tipos de material en cajas independientes.

A continuación, las piezas cerámicas pasan por un lavado donde se les elimina la tierra sobrante que las recubre. Este proceso de lavado consiste en llenar con agua una serie de barreños por los que se irán pasando los fragmentos, lavándose primero en uno y aclarándose en el otro. En su limpieza se suelen utilizar cepillos y palillos de madera para así eliminar las concreciones de tierra acumuladas en su superficie.

Sin embargo, no todos los objetos que se localizan en la excavación pasan por este proceso de limpieza en campo. Por ejemplo, los fragmentos de metal no pueden entrar en contacto con el agua por su riesgo de corrosión, los restos de revoco tampoco por la pérdida de su pigmentación o el vidrio por su fragilidad según su estado de conservación.

Por otro lado, nos encontramos con piezas o fragmentos que necesitan un proceso de lavado más delicado, como por ejemplo cerámicas con algún tipo de decoración como las esgrafiadas. Es por ello que hay que tener en cuenta que la limpieza de los materiales no debe causar la pérdida parcial o total de los elementos que la componen. Estos objetos más delicados suelen pasar por un proceso de lavado más suave, sin la utilización de cepillos o utensilios que puedan ser agresivos, limpiándolos durante el trabajo de laboratorio.

Después del lavado se dejan secar en una malla, sin aplicar ningún tipo de secado manual. Cuando ya se han secado los fragmentos, se embolsan con su respectiva etiqueta, en la que se refleja, como comentamos anteriormente: el nombre del yacimiento (JSE: Jardín de San Esteban), la campaña (F01), el recinto o área en el que se ha excavado (Recinto I, Recinto II, Maqbara…), la fecha y el espacio del que se ha extraído la pieza, la unidad estratigráfica correspondiente (UE) y el tipo de material (cerámica, hueso, vidrio…). Toda esta información queda reflejada además en el exterior de las bolsas para facilitar su reconocimiento, así como se hace un listado donde se registran todas las unidades estratigráficas cuyos materiales ya han sido lavados.

Todos los materiales ya embolsados, etiquetados y almacenados en sus correspondientes cajas quedan a la espera de su traslado al laboratorio, lugar donde se continuará con el inventario y estudio pormenorizado de los mismos. Dicho estudio nos permitirá identificar tipologías que podrían precisar la cronología, la funcionalidad e, incluso, el posible uso de los espacios donde fueron localizados.

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